Cuando se habla de cáncer, la mejor opción es acudir a las personas que viven con esta enfermedad, quienes pueden narrar distintas experiencias que comienzan con una noticia tan inesperada, que cambia la vida para siempre.
Según los relatos de las personas que han presentado o presentan la enfermedad, el cáncer es una palabra que puede generar miedo e incertidumbre, su diagnóstico se recibe como una sentencia de muerte, sin embargo, es posible encontrar maneras de aceptar la enfermedad y de aprender a vivir con ella.
En el marco de la semana de la prevención del cáncer de mama y cuello uterino en la ciudad y celebrando los logros de millones de mujeres que superaron o que aún viven con estas patologías, la Secretaría Distrital de Salud realizó un homenaje a la población sobreviviente y a las personas que se encuentran en tratamiento. En este espacio se hizo visible la importancia de resignificar la enfermedad para sobreponerse a su complejidad, así como la relevancia de un diagnóstico oportuno y un tratamiento integral.
El cáncer de mama es una enfermedad cada vez más frecuente, cada año en las Américas más de 491.000 mujeres son diagnosticadas. En Colombia según datos de SIVIGILA en 2022 se presentaron 2.185 casos nuevos de cáncer de mama. Sin embargo, su dictamen tiene altas probabilidades de recibir un abordaje oportuno cuando se cuenta con una atención integral en salud y con prácticas preventivas por medio de las cuales las mujeres puedan conocer su cuerpo y detectar oportunamente irregularidades.
Martha Lucía Cuervo es una mujer de contextura delicada y radiante, su sonrisa te hace permanecer cómodo y su vestimenta no refleja sus aflicciones pasadas. Hace 5 años su cuerpo estaba preparado para desinhibirse momentáneamente del trajín del día, sin embargo, el domingo 5 de mayo de 2019, ingresó a su baño para tomar una ducha rutinaria que terminó siendo un momento de perplejidad y ruido.
“Al bañarme identifiqué que de mi pezón derecho salía un líquido sanguinolento que no reconocía” Me contó Martha, sobre las primeras sensaciones que emitía su cuerpo y que empezaban a componer una situación desconocida.
¿Qué era? ¿Qué podía ir mal en mi cuerpo? ¿Qué debo hacer? Eran las preguntas que intimidaban a Martha Lucía.
Ese mismo lunes, recibió su primera valoración médica dadas las irregularidades que su cuerpo le había manifestado y ese mismo día comenzó su tratamiento.
Tiempo después vinieron citas con el cancerológico, tomas de mamografía, ecografías, biopsias e inminentemente arribaron las cuadrantectomías que arrojaban resultados en los que se comprometían los bordes del tejido de su mama con células cancerosas.
En la actualidad, el cáncer de mama es una enfermedad frecuente y temida, no solo por las afectaciones físicas que presentan los y las diagnosticadas, sino por el impacto que acarrean sus tratamientos, que inciden directamente en el bienestar psicosocial de las personas.
Uno de los tratamientos comunes y definitivos a la hora de hablar de cáncer de mama, es la mastectomía, que se define como la extirpación quirúrgica total o parcial de la mama, y que se concibe entre los relatos, como la redención a esta patología.
“Había concebido este tratamiento y me sometí a él porque reconocí que esta enfermedad había venido a dejarme una lección (…) yo produzco mi cáncer y yo les puedo decir a esas células que permanezcan en mí y que se alimenten de mí, pero al mismo tiempo, puedo manifestarles que es hora de que abandonen mi cuerpo”, mencionó Martha al detallarme el momento en que se sometió a este procedimiento.
Los senos, como se nombran coloquialmente, son concebidos como un símbolo de mujer y femineidad, así mismo, socialmente expresan erotismo y sensualidad, una concepción valorada de manera significativa por las mujeres, por ello la pérdida de un seno repercute a nivel psicológico y social. Martha en algún momento efímero de su tratamiento se cuestionó tal como otras mastectomizadas, socialmente en dónde quedaría. “Creo que tenemos una deuda histórica con la comunidad y las familias, debemos enseñarles cómo vivir con cáncer.
El mito común es cáncer igual a muerte o destrucción pero va más allá. Las familias y la sociedad son un factor clave en la superación de la enfermedad y deben estar allí para escuchar dejando a un lado los cuestionamientos habituales ‘¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes?’, no siempre está allí el apoyo.”
Martha Lucía Cuervo aseguró que es importante, en ocasiones, acompañar desde el silencio y a través de las demostraciones de afecto. El impacto del cáncer y sus tratamientos oncológicos limitan la vida familiar, personal y social de las personas, de ahí la importancia de intervenir colectivamente esta problemática en la que los pronunciamientos y las sentencias sociales son parte de las secuelas de una enfermedad estigmatizada.
La sociedad puede, empáticamente, acompañar de forma asertiva estos procesos para mejorar la calidad de vida de quienes estuvieron o se encuentran en tratamiento y disminuir su sufrimiento.
La atención del cáncer no termina cuando el tratamiento finaliza. Martha es sobreviviente de cáncer de mama y hoy en día continúa recibiendo atención médica para hacer seguimiento y monitoreo de signos alrededor de la enfermedad, con el objetivo de detectar si está regresando o para revisar los efectos secundarios de los procedimientos.
En la actualidad cada 6 meses debe acudir a los profesionales. “Hace 15 días tuve mi último chequeo y salió perfecto. Con seguridad, hoy puedo decir que, mi cuerpo me había hablado. Incluso antes de ese día; incluso antes de haber visto las primeras señales. Pero yo no tuve tiempo para escucharlo”, aseguró.
Padecen la enfermedad y el estigma
El cáncer de cuello uterino es una enfermedad voraz, que ocupa el cuarto puesto del cáncer más frecuente en las mujeres, se estima que su incidencia para el año 2020 fue de 604.000 nuevos casos en el mundo, según cifras de la Organización Mundial de la Salud. En Colombia para el año 2022 se presentaron 2.710 casos nuevos según el SIVIGILA.
Esta enfermedad tiene su origen en una infección persistente por el Virus del Papiloma Humano (VPH); se estima que el 99% de los casos de cáncer de cérvix, es producto del VPH. Según la organización mundial, las mujeres con VIH tienen seis veces más probabilidades de ser diagnosticadas que las mujeres sin VIH.
Esta enfermedad tiene una doble carga en la salud de las mujeres, pues no solo acarrean con el dolor de la enfermedad, la incertidumbre de su superación, los sentimientos de culpa y vergüenza, sino que remolcan el castigo social. Las personas con diagnóstico de cáncer de cuello uterino, se ven sometidas por la discriminación y el estigma social ya que su enfermedad está vinculada a su sistema reproductivo y a roles de género tradicionales.
Por todo esto, las personas que presentan este cáncer prefieren mantenerse anónimas ya que deben enfrentar incluso el estigma y la discriminación. Aún así, han querido resaltar el procedimiento que algunas eludieron y que para otras fue clave ya que les permitió acceder oportunamente a su tratamiento.
Una de ellas mencionó que, “el llamado es que se hagan la citología o tipificación ADN VPH, así no tengan ningún signo de alarma. Es importante realizarlas muy puntual porque hay riesgo de encontrar algo grave.”
El eco de algunas voces también narraron: “Muchas no están con nosotros porque no se hicieron la citología y se confiaron. Las personas ven síntomas de alarma y no van al médico, es importante ir en una fecha temprana, apenas se detecte la enfermedad, para recuperarse y no dejarle dolencias a los familiares.”
La vacunación es clave Si hablamos de cáncer de cuello uterino, por ejemplo, sabemos que la vacuna contra el Virus del Papiloma Humano (VPH) puede prevenir la mayoría de los casos de este cáncer y, a pesar de ello, muchos padres y madres no dejan que sus hijas reciban las vacunas porque consideran que éstas se asocian a la promiscuidad sexual.
Al mismo tiempo, muchas mujeres no se hacen pruebas de detección y no reciben tratamiento para el cáncer de cuello uterino porque creen que ser VPH positivo puede verse como signo de infidelidad y falta de control sexual.
La Organización Mundial de la Salud se ha propuesto erradicar el cáncer de cuello uterino a través de la estrategia 90 -70 -90:
● 90% de cobertura de vacunación contra el cáncer de cuello uterino en niñas antes de los 15 años.
● 70% de cobertura en tamizaje con prueba de ADN del virus del papiloma humano en mujeres, énfasis entre los 35 y 45 años.
● 90% de inicio oportuno y adherencia a tratamiento en lesiones precancerosas y cáncer de cuello uterino.
Desde la entidad se acoge esta iniciativa mundial, fundamentada en el fortalecimiento del autocuidado en hombres y mujeres, en los diferentes momentos del curso de vida e interviniendo los factores de riesgo que favorecen la transmisión del VPH, principal factor de riesgo, que como lo hemos mencionado, se deriva en cáncer de cérvix.