Durante el debate de control político “Rumba Segura: Seguridad y Convivencia en Zonas de Comercio y Entretenimiento Nocturno en Bogotá”, la Secretaría Distrital de Salud advirtió que la ampliación de horarios en la capital solo es viable si se acompaña de medidas de mitigación claras y sostenidas en el tiempo.
La entidad subrayó que esta es una decisión intersectorial que no puede limitarse a la mirada económica o de seguridad, sino que debe integrar, además, de manera prioritaria la salud pública, la capacidad hospitalaria y el bienestar mental de las y los bogotanos, entendiendo que estas dimensiones también están relacionadas con la economía.
En su presentación, el secretario de Salud, Gerson Bermont, expuso los resultados de una revisión de más de veinte estudios nacionales e internacionales, junto con un análisis detallado del comportamiento de la rumba en Bogotá durante 2024 y 2025, así como la construcción de un modelo matemático predictivo, y una metodología de evaluación de impacto para Bogotá.
La evidencia preliminar muestra que extender los horarios sin preparación adecuada podría generar más de 1.200 siniestros viales adicionales al año, 372 nuevos casos de violencia interpersonal y un incremento del 40% en las intoxicaciones por alcohol. Estos impactos estarían concentrados en localidades como Kennedy, Bosa, Suba, Engativá y Ciudad Bolívar, zonas que ya registran altos índices de riñas, violencia intrafamiliar y siniestralidad vial. El efecto no se limitaría a la seguridad ciudadana: también recargaría al sistema hospitalario, donde el consumo excesivo de alcohol ya que los eventos relacionados representan un porcentaje significativo de las atenciones en urgencias.
El secretario recordó que, además de estar vinculado con la siniestralidad vial y las violencias, el abuso del alcohol tiene efectos nocivos ampliamente documentados en la salud. Su abuso incrementa el riesgo de enfermedades hepáticas, cardiovasculares, hipertensión, distintos tipos de cáncer, deterioro cognitivo y trastornos de salud mental. Estas consecuencias se concentran especialmente en la población joven, que constituye la mayor parte de quienes participan en la vida nocturna, y generan una carga desproporcionada sobre el sistema de salud.
En su intervención, Bermont fue enfático al señalar que “tener una Bogotá 24/7 no se trata solo de abrir más horas de rumba; se trata de garantizar que la ciudad cuente con la capacidad hospitalaria, los servicios de urgencias y el control suficiente para enfrentar los riesgos que trae consigo el incremento del consumo de alcohol en la madrugada”.
Otro de los temas abordados fue el impacto en la salud mental. Bermont advirtió que el ruido nocturno y la alteración del sueño producen efectos acumulativos en la salud mental y el bienestar emocional de la ciudadanía. La experiencia internacional lo confirma: las ciudades que han ampliado los horarios nocturnos sin medidas de control han visto aumentar los niveles de estrés, ansiedad y depresión, además de registrar un crecimiento en los intentos de suicidio.
Durante el debate, el secretario reiteró que “la rumba extendida puede ser una oportunidad para Bogotá, pero solo si se aborda como una decisión de salud pública y se pone en el centro la salud mental y el bienestar de las y los ciudadanos”.
La Secretaría de Salud recalcó que la ampliación de la rumba no puede improvisarse. Una Bogotá 24/7 solo será posible si se construye sobre la base de control efectivo, planeación rigurosa y corresponsabilidad entre todos los sectores. Sin estas condiciones, la extensión horaria significará más riesgos que beneficios; con preparación suficiente y medidas de control, en cambio, la capital podrá avanzar hacia una noche segura, saludable y sostenible, en la que se proteja la salud pública y se garantice el bienestar.